Hace un tiempo tuve un breve diálogo con un paciente, debido a que el escuchó que cantaba y me dijo: ¡A ver, cante la canción para nosotros!
Desde luego que dije si, era una canción que repetía una sola palabra.
A él le causó mucha risa y dijo: ¡qué fome su canción!
Y le respondí: acepto su opinión y que le quede claro, con una sola palabra que le diga a usted lo elevo o lo quiebro. Esta canción que yo murmuraba es un ánimo constante que me doy y a su vez tiene alcance para usted.
Hago esta pequeña introducción ya que este fin de semana me correspondió atender a una niña de trenza que, según sus síntomas, tenía algo a nivel intestinal, la habían llevado a un centro de atención de salud, le entregaron unos medicamentos y, sus padres decidieron no dárselos, llevaba alrededor de cuatro días sin comer, con vómitos, diarrea y molestias a nivel de abdomen.
Les consulté: ¿Cómo se lleva con su abuela?
Sus padres sorprendidos me respondieron con otra pregunta: ¿Por qué?
Porque a veces los adultos dicen algunas palabras que causan breves o grandes problemas a nivel de salud física en uno de sus familiares cercanos.
Entonces el papá dijo: “Es verdad, la abuela le había estado hablando de la muerte, de que no estaba de acuerdo con la conducta de su nieta, directamente a la niña de trenzas. Esta niña se descompensó por cuatro días.
Le indiqué masajes.
Decocción de canela con cáscara de granada y azúcar quemada.
Cataplasmas de barro o arcilla.
Frutas cocidas.
Beber agua cocida (por su avanzado estado de deshidratación).
¡Qué jugara con sus muñecas!
Una palabra puede causar alegría o viceversa. Cuidemos la salud mental de nuestras niñas y de los niños. Practiquemos palabras de acogida y de acercamiento.
sábado, 26 de septiembre de 2009
Niña de trenzas.
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