Desde la infancia que observaba a mi padre, una vez que llegábamos a la casa de mi abuela materna, que ingresaba directamente al fondo del patio a sacar tunas. Su suegra le decía: “usted es el único que las come yerno, saque no más pues”.
Ya crecido observaba que algo más que el dulce sabor tenían las tunas.
Escuchando a mi directora de escuela ayurvédica, indicaba: “…ustedes como país son privilegiados en el tener esta fruta llamada tuna”.
Conversando con un trabajador social me indicó lo siguiente: “¿ha comido la hoja de las tunas?”
El fin de semana pasado, me fui a Chocalán a buscar estas apreciadas hojas (paletas le llaman algunos). Las extraje con cuidado (por sus espinas muy finas y pequeñas), las limpié con un escobillón encima del pasto mojado con el rocío de la mañana, las corté en trozos largos, les saqué con cuchilla la parte externa de la hoja (lo verde), solo quedándome con su parte interna. Me cabe indicar que se parece mucho al aloe vera en su composición, expele un gel y su color parecido a aquella planta.
Algunos beneficios:
1. Evitar las úlceras.
2. Ayuda en el trabajo de la vesícula.
3. Antioxidante.
4. Antiinflamatoria.
5. Colabora con nuestro hígado cuando está alterado.
¿Cómo se puede consumir?
Luego de los pasos indicados anteriormente, se realiza lo siguiente:
Poner a baño maría para su decocción.
Dejar enfriar.
Cortar en pequeños trozos.
Agregar un poco de sal, orégano, cebolla y jugo de limón.
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