Cuando comienzo este nuevo artículo, es normal reaccionar diciendo, luego de haber leído el título, decir: ¡Se supone que lo tengo!
En nuestra interioridad física existen espacios que muchos de nosotros no sabemos dónde están ubicados y, sin embargo, sirven muchísimo para que nuestro equilibrio corporal se siga desarrollando con normalidad (ejemplo: los pequeños espacios cardíacos que permiten el normal desplazamiento de nuestro corazón para su palpitación constante, ¡qué lindos espacios tenemos allí!)
Ahora vamos al exterior donde el mundo llama a estudiar, trabajar, a enamorarse y también (algunos a enojarse con el que está próximo) a dejarse llevar por nuestro egoísmo y reaccionar equivocadamente.
Ese mundo comienza por nuestro hogar. ¡Sí! allí es donde debiéramos tener un espacio.
¿Para qué? Esta pregunta me gusta mucho. La encuentro necesaria para muchos de nosotros planteársela y sacar de allí varias respuestas concretas (el ¿por qué? Se lo dejo a los científicos).
Detectemos juntos los espacios personales:
a) El baño: El baño es un lugar donde van quedando parte de nuestras células muertas, el resultado del trabajo excretor, el lugar donde me descubro mis falencias y hermosas características.
b) La cocina: La cocina es un lugar donde proveo de alimentos concretos a mi organismo y también donde pongo eso que llamamos cariño a un plato de comida (cada vez que prepares algo de alimento, primero limpia tu cuerpo, tu ropa y la vajilla).
c) La cama: La cama es un lugar santuario donde dejamos también parte de nuestras células muertas, dejamos los pesares, las rabias, los actos propios del movimiento corporal.
d) El altar familiar o personal: El altar familiar o personal es un espacio donde me conecto con mi interioridad, con mi yo interior y/o con mi ser superior.
Ha resultado larga la introducción pues en la semana me correspondió visitar un hogar y, entre los “espacios” que había me encontré con un cuarto de lavado. Allí la dueña de casa me indicó que ese lugar era para los lamentos de los cuatro integrantes de la familia, era el lugar donde hacían los llamados por celular, era para sacarse las rabias y penas. Algo así como “el cuarto de los lamentos, el muro de los lamentos”.
Me parece que es necesario tener algo así en nuestras casas o departamentos: un espacio en mi hogar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario