jueves, 22 de octubre de 2009

Células arrogantes= dolencia futura.

Dialogando con un comerciante que me vende pistachos, me consultaba para qué servía el alpiste. Luego de la explicación, me respondió: “los seres humanos tenemos células que nos molestan, son arrogantes, por eso andamos enfermos. Espérese y eso que estamos en medio de una explosión de energía; ¿sabe de dónde viene eso? Del sol pues”.
Cada acción que observamos, cada frase que escuchamos, cada gesto que sentimos, cada comida que ingerimos, pueden provocar cambios físicos en nuestro cuerpo. Son los caminos por los cuales nos alimentamos también. Ellos provocan que algunas células nuestras cambien su composición y se pongan “rebeldes, arrogantes, molestosas” y comiencen tu tarea de dolencia a nivel primario.
Al final del día, jornada de trabajos o estudios, manifiestas lo siguiente: “algo me molesta porque me duele por aquí, ¿qué será?
Si miras la fuente de energía que día a día está presente de manera constante, que es el sol, te das cuenta que aquel calorcito (al amanecer y al atardecer) recibes unos elementos llamados fotones, que es la partícula elemental responsable de las manifestaciones cuánticas del fenómeno electromagnético. Es la partícula portadora de todas las formas de radiación electromagnética, precisamente nacen en el sol (Wikipedia).
En términos prácticos, podemos mejorar nuestras células bebiendo agua energizada por el son o bien mirando cada día el sol (amaneciendo o al atardecer) por 10 segundos y así sucesivamente le agregas 10 segundos hasta llegar a los 15 minutos diarios.
Aprovechemos entonces esa explosión de energía día a día.

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