jueves, 21 de agosto de 2008

Pies descalzos.

El día miércoles 20 de agosto, me correspondió sostener una entrevista con una mujer muy bonita.
Al llegar al lugar indicado por ella, decía un cartel: “Deja los zapatos aquí”
Pensé en lo siguiente: “seguro que me piden eso para que yo deje mis problemas fuera y quede dispuesto a aprender y/o conocer de algo que me hará muy bien a mi vida”. Sin embargo pensé de manera concreta: “me sacaré los zapatos”. En definitiva era la segunda opción.
Le indiqué a esta bella dama lo que había sentido y ella agregó: “Aquí llegan personas que, luego de uno o dos meses, no pueden sacarse los zapatos porque se sienten inseguros, desnudos y/o desequilibrados”.
En mi viaje a Israel, tuve la posibilidad de ingresar a la Mezquita de la Roca. Cuando vas a ingresar te sacas los zapatos y luego comienzas a visitar aquel templo, es un signo de respeto.
Los pueblos originarios no usaban mucho el calzado. Por ejemplo, entre los incas, los súbditos podían dirigirse a su jefe con los pies descalzos, también por señal de respeto. Entre los aztecas, se baila sin zapatos ni sandalias. Para la mujer maya era normal caminar así.
Algunos hombres de Centroamérica cosechan los cocos a pie pelado. Como también muchos niños y niñas en Guatemala caminan descalzos por su pobreza (visita que realicé en enero de 2005).
Para nuestros hermanos campesinos, hay actividades que se deben realizar con los pies descalzos, por ejemplo el regadío de su huerta.
Nuestros pies tienen una gran variedad de terminaciones nerviosas que permiten a la persona relajarse si son estimulados de manera adecuada.
Mientras tanto, ¿cómo podemos en nuestro ambiente social practicar con los pies sin zapatos?
a. En el jardín caminar durante catorce minutos.
b. En un parque sostener con los pies un trozo de madera donde puedas sentir la parte externa de aquel trozo.
c. Caminar en la casa o departamento.
d. Caminar en la arena (playa o borde de ríos).
e. Dar pasos en tierra muy seca (desierto) o en barro (centro termal o en tu propia casa). Aquí me trae el recuerdo de una señora que me tocó atender en enero de este año 2008, que se sentía molesta porque yo le observaría sus pies con barro seco. Le indiqué que aquello le ayudaba mucho para su mejor estabilidad corporal tanto externa como interna. Con esa pequeña explicación, mi buena anciana de pelo blanco se quedó tranquila para poderla atender.
Beneficios:
Sensación de bienestar y de placer, mejor trabajo intestinal, mejor circulación sanguínea, más relajo, etc.

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