Esta vez la vida me lleva a encontrarme con una experiencia distinta en la meditación. Meditar te da la posibilidad de relajarte y mejorar tu concentración. Desde niños a los adultos pueden hacerlo, solo debes intentar practicar.
Tenía la sensación de que me costaría colocar las piernas de una manera que se ocupan para meditar, por ejemplo en la yoga.
Llegué al lugar preestablecido, nos juntamos alrededor de veinte personas, de variadas profesiones y todos dispuestos a vivir una experiencia distinta.
Allí estaba el monje Zen Ryu Sui. Es monje de la línea Soto Zen, esta es una escuela que tiene más de 15 mil templos y millones de devotos en Japón.
Un encuentro que me permitió conocerle a él y encontrar algunas dolencias propias de la postura meditativa (en la cadera derecha, pierna derecha, picazón en la cara, cansancio en la columna y mucha salivación). A otras personas les pasa algo parecido, pero no igual.
Descubrí una nueva posibilidad de desarrollo personal (como siempre en los campos físico, espiritual, social, emocional, intelectual y afectivo).
Una experiencia con los ojos alineados y sentado en el suelo con mi columna siendo mi tronco que me sostenía, mi nuca hacia el cielo y mi mentón apegado al pecho. Mis manos algo sudorosas y, sobre todo, recibiendo y entregando energía de aquellas personas que estaban a mis costados frente a un muro blanco. Resumiendo: una experiencia que se debe sentir y practicar.
Tenía la sensación de que me costaría colocar las piernas de una manera que se ocupan para meditar, por ejemplo en la yoga.
Llegué al lugar preestablecido, nos juntamos alrededor de veinte personas, de variadas profesiones y todos dispuestos a vivir una experiencia distinta.
Allí estaba el monje Zen Ryu Sui. Es monje de la línea Soto Zen, esta es una escuela que tiene más de 15 mil templos y millones de devotos en Japón.
Un encuentro que me permitió conocerle a él y encontrar algunas dolencias propias de la postura meditativa (en la cadera derecha, pierna derecha, picazón en la cara, cansancio en la columna y mucha salivación). A otras personas les pasa algo parecido, pero no igual.
Descubrí una nueva posibilidad de desarrollo personal (como siempre en los campos físico, espiritual, social, emocional, intelectual y afectivo).
Una experiencia con los ojos alineados y sentado en el suelo con mi columna siendo mi tronco que me sostenía, mi nuca hacia el cielo y mi mentón apegado al pecho. Mis manos algo sudorosas y, sobre todo, recibiendo y entregando energía de aquellas personas que estaban a mis costados frente a un muro blanco. Resumiendo: una experiencia que se debe sentir y practicar.
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