miércoles, 9 de julio de 2008

Mi campo social.


Desde que habitamos en el vientre de una mujer, ya estamos practicando en el campo social, allí ya estoy perteneciendo a alguien, soy un ser gregario.
Cuando la persona desea crecer en todos sus campos, necesita una luz para aprender, reforzar, alimentar su mensaje. Algunos le llaman conciencia, luz interior, un maestro interno.
Si observamos en la cultura andina, el hatún runa (hombre de sesenta años y más) se encargaba de orientar en las situaciones difíciles que se vivían en la familia y se recurría a sus experiencias y consejos. También se requería de su orientación cuando había cosecha.
Mi campo social se alimenta con el respeto a mis mayores (a toda persona en general). Así también se observaba en la región andina: “los parientes se reunían todos los años para recordar a sus difuntos del ayllu, daban extensos cunacuy, consejos, a los miembros más jóvenes de la familia, recomendándoles dedicación, obediencia y respeto al Inca y a los nobles” (ciclo de vida en la región andina – Época prehispánica. Retrospección y reflexión por Teresa Valiente-Catter).
En el campo intelectual, a esto se le llama la mayéutica, es decir, el mensaje se ve alimentado con otras palabras, cosa muy practicada por Sócrates en Grecia.
Mi campo social necesita ser alimentado a diario:
- Diálogos familiares.
- Escucha atenta a nuestros ancianos.
- Convivencia con pueblos originarios.
- Pertenencia a un grupo determinado de acuerdo a mi edad (club deportivo, scout, tribu urbana, equipo de ciclistas, etc.).
¡Vamos que se puede!

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