Tres frases, tres expresiones que escucho constantemente en mis visitas a los hogares:
- “¿Qué hago para ver mejor?”
- “¡Estos lentes me molestan!”
- “¡Chitas, se me pasó el microbús!”
Hay una realidad física que nos cuestiona constantemente para ver mejor, captar mejor, mirar mejor.
Hay una realidad espiritual que en varias religiones se escriben y describen las peticiones por ver mejor. Los pueblos árabes, en su Sagrada Escritura, El Corán, muestran uno de tantos ejemplos: en el sura 7 número 143 dice así: “Cuando Moisés acudió a nuestro encuentro y su Señor le hubo hablado, dijo: < ¡Señor! ¡Muéstrate a mí, que pueda mirarte!> (www.islamchile.com)
Para los cristianos, leyendo el Evangelio, dice: “¡Señor! Haz que vea” (Lucas 18,41).
Existe una realidad social, cuando nos damos el tiempo de ver el cómo está actuando la población tanto urbana como rural.
Existe una realidad poética o folklórica que describe en pocas palabras, la cualidad que envuelve nuestra visión: “El peor ciego no es el que no quiere ver, sino el que no quiere creer en lo que le cuentan los que alcanzan a ver más lejos” (Krisnamurti).
También Arley Vidal escribe: “Que allí donde yo sólo vea áridas tierras y rocas inertes, contigo descubra caminos, y donde vea sólo unos granos de trigo, contigo descubra fértiles campos”.
Normalmente le comento a mi gente, que nuestras capacidades guardadas en el cerebro son tan grandes que de buenas a primeras, cuando comenzamos a vivenciarlas, nos da taquicardia. Les animo a seguir este pequeño ejercicio para que pueda ver mejor su realidad tanto interna como externa.
Relájese a través de su respiración.
Cierre los ojos.
Manténgase así durante 30 minutos o más.
Durante este ejercicio y usando su imaginación, viaje por todo su cuerpo, todos sus rincones corporales.
Aproveche de mirar y/o revisar su vida durante el día, la última semana, el último mes o bien durante el año.
Haga hincapié en las cosas lindas que le han pasado y quédese allí unos segundos más.
Los momentos difíciles, obsérvelos por un instante corto, tómelo, envuélvalo y tírelo a un tiesto de basura.
Vuelva a abrir sus ojos y notará que su visión ha estado mejorando.
Espero que practique este ejercicio para su bien.
“La belleza de la vida está en los ojos de quien la contempla” (anónimo).
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