viernes, 18 de enero de 2008

Visitar un enfermo.


Cuando estamos delicados de salud, tenemos varios derechos (cuidado físico y espiritual) y deberes (enfrentar y superar mis dolencias).
Cuando estamos sanos, tenemos derechos (mantener y alimentar bien nuestro cuerpo espiritual, físico y mental) y deberes (caminar para visitar a un enfermo). Son varios gestos de amor que se traducen en lo antes escrito, son actitudes donde la caridad se es manifestada en gestos concretos. Es un movimiento doble o cuádruple el que realizamos en aquella situación; es algo que se da a menudo en el lugar de estudios, trabajo, vecindad y/o familiar.
Con esos cuidados o gestos, estamos procurando que la persona se inserte con una calidad de vida mejor a la sociedad. Ello le permite seguir con sus tareas estudiantiles, se abriga por sus propios medios, se alimenta por si solo(a), mantiene su trabajo y, a largo plazo, se puede pensionar.
Por las diferencias climáticas en las cuales nos toca vivir, es necesario tomar conciencia que existe una posibilidad cercana de enfermarnos y también está aquella que nosotros mismos podemos despertar (como el cáncer y la esquizofrenia, por ejemplo).
Algunas enfermedades son solucionadas con terapias alternativas (que son de largo plazo) como también están esas donde se necesita la intervención de especialistas (donde debemos operarnos).
Necesitamos realizar otro gesto: alegrarnos por su recuperación y dar gracias a muchos que se ocuparon de nosotros para salir adelante (mande tarjetas de agradecimiento, llame por teléfono manifestándolo, mande correos electrónicos, etc.). Hay que celebrar la vida.
Recuerdo que, tanto mi abuela materna como mi mamá, se molestaban que nos ensuciáramos jugando en la tierra y nos llamaban la atención. Existen muchas mamás y papás que reaccionan de esa manera al observar juegos de niños con los pies descalzos o usando sus manos para llevar barro de un lugar a otro.
Sin embargo hay muchas probabilidades que aquel niño o niña muy protegido(a) tenga más enfermedades que el otro, pues, no le permitió a su cuerpo crear las barreras, defensas naturales para enfrentar enfermedades ocasionadas en primera instancia por el polvo, el polen, algunas bacterias, etc.
Recuerdo también a una señora que me tocó atender, luego de estar en la camilla y con sus pies descalzos, me dijo: “Hijo, me preocupan mis pies porque estuve hace un rato metida en el barro y no estoy tranquila”. Era una reacción y opinión para que yo no me ocupara de aquella parte, pues, le molestaba el hedor que salía de sus extremidades inferiores.
Comprensible por un lado y, por otro, no sabía que tenía varios beneficios. Le expliqué que, en la medida de lo posible, practicara dos o tres veces a la semana, aquella actividad, pues tenía varias posibilidades de estar mejor:1. Se relaja al estar en contacto con barro.
2. Realiza ejercicios en la musculatura y a nivel de articulaciones en sus pies.
3. Mejora la calidad de piel.
La vida y la salud son bienes bonitos de los cuales hay que estar atentos a mantenerlos.
Algunas propuestas para visitar un(a) enfermo(a):
Hágalo entre las diez y doce del día o entre las 16 y 18 horas. Así ayudamos tanto a la persona enferma como a su familia evitando gastos en esa visita.
Haga una oración de manera silenciosa o presencial por él o ella.
Realice una meditación compartida con ella o él.
Si le toca el momento de los remedios a ingerir, anímele a tomárselos.
“Es hoy cuando debo estar con esa persona y esa persona es hoy cuando debe estar mejor”.
Para los cristianos hay dos posibilidades de estar bien: en la vida terrenal o en la vida eterna, ambas son positivas.
Recuerdo una frase bíblica aquí “…estuve enfermo y fueron a visitarme…” (Mt. 25,36).
Sonría usted y el enfermo durante su visita (cuéntele chistes, cuentos, historias que le provoquen risa).
Léale frases optimistas.
Lávese las manos antes de saludar a un enfermo.
Si desea que ore por algún enfermo, escriba su nombre y mándelo al siguiente correo: jaenri2002@gmail.com

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