lunes, 5 de mayo de 2008

El arfarfán.

“Cada experiencia, un aprendizaje”.
Quizás sea este el título que debiera llevar las siguientes experiencias acumuladas en mi vida. Sin embargo corresponde comenzar así, pues hoy lunes pude compartir un rito de agradecimiento con un miembro de la comunidad mapuche de Cerro Navia, previa autorización de su lonco respectivo.
Recuerdo cuando niño junto a mi hermana, que nuestro papá nos decía: “si quieren gritar, váyanse al lado de una línea del tren y griten cuando este pase porque así quedarán más tranquilos y no le griten a su madre”.
Cuando íbamos al campo, era un placer llamar a una persona desde una parte alta e intercambiar mensajes “a grito pelado”.
Han sido momentos que provocaron una mejoría interna en mi persona. De buenas a primera no lo asumía como tal, ahora con más conocimientos he descubierto aquello.
Nuestro tiempo requiere de momentos precisos para liberar tensiones acumuladas. Es sano para nuestro cuerpo. La realidad dice lo contrario y digo: “ando raro(a), estoy cansado(a), debe ser el trabajo, las deudas impagas”, etc.
Es clave un momento para gritar y liberar mis apreciadas endorfinas.
La endorfina es un químico que produce la glándula pituitaria localizada en la base del cerebro. Este químico es desalojado de la glándula en momentos que sentimos placer
En la medida que nuestro hígado funcione bien, este libera ácido anímico siendo traducido por el cerebro en dopamina. La endorfina provoca conexiones cerebrales con la presencia de dopamina. Esta es la responsable de que sintamos momentos de placer. Cuando expulsamos un grito aparece este momento de placer interno.
Es conocido a nivel mundial unos equipos de la Polinesia que, antes de sus partidos, liberan unos gritos impresionantes. Solo los que observamos y escuchamos aquello es ya un ejemplo de quietud por solo verlo a distancia.
Esta persona, que es uno de mis pacientes donde yo colaboro, me solicitó permiso y autorización para su rito de agradecimiento.
Lo acepté y armó su lugar bajo un árbol, con alimentos preparados por él y nos invitó de manera respetuosa y formal a la iniciación de dicha celebración.
Hicimos silencio, el ejecutó una pieza musical con su trutruca, agradeció el momento que estábamos compartiendo, repartió catutos, unos panes parecidos a las sopaipillas y el mudai (previamente había que tirar un poco al suelo, a la Madre Tierra como señal de agradecimiento) todo fabricado por él.
Llegó el momento del arfarfán (con el respeto que se merece la comunidad mapuche en Santiago u otra región de Chile, si estoy equivocado en la escritura, les solicito que corrijan tal vocablo).
Es un grito que se realiza como señal de agradecimiento, de alegría por lo vivido, por lo recibido. En sus comunidades no se aplaude, solo se grita para crear y ayudar a que exista una atmósfera de alegría y júbilo.
Terminamos dándonos la mano uno a uno deseando estar mejor en adelante.
Una experiencia que deseo expresar aquí en Blogger y en www.sanando.bligoo.com

2 comentarios:

ALEJANDRO MUÑOZ ESCUDERO dijo...

Hola, llegué a tu blog a través de mi buen amigo José Luis Contreras (futuro Alcalde de Estación Central).

No soy político, pero sí un ciudadano que necesita gritarle al mundo entero la horrorosa experiencia que vivió hace 5 años y que lo dejó inválido de por vida.

Me sentí plenamente identificado con tu post.

Un abrazo fraterno y que Dios te bendiga,

Alejandro

IIIniveladmpublica dijo...

hola amigo, espero que estes muy bien. Que has echo en este ultimo tiempo?
si tienes facebook agregame y conversamos mas
Cariños

Carolina Oyarzo