miércoles, 11 de junio de 2008

Extiende tu mano.


Muchas, pero muchas veces me ha tocado extender la mano para saludar, para agradecer, para colaborar con un campesino, un minero o un pescador.
Muchas veces me ha tocado extender la mano para colaborar con mis sobrinos y sobrinas; muchas veces me ha tocado extender la mano para ayudar a una persona con dolores físicos.
También he recibido unas manos cálidas, acogedoras y seguras.
Una mano extendida y segura se agradece, suave y cariñosa mejor.
Cuando bailas aquellos bailes que necesariamente debes utilizar las manos constantemente, le das seguridad a tu pareja con tus manos.
Cuando están aquellas manos listas para recibirte en el momento del parto, qué seguridad siente la mamá que está pariendo.
Cuando están aquellas manos para recoger un accidentado en la calle, qué alivio se siente.
Cuando están aquellas manos para acompañarte en el momento del duelo, qué rico se siente uno.
Las manos pueden ser un valioso aporte para con el otro. Allí parte la recuperación del otro. Allí parte la sanación del otro.
Tú ¿para que extiendes tus manos?

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