miércoles, 9 de mayo de 2007

Una funerata en el paso a la vida eterna.


Recuerdos, compromisos que se realizan (lo pidió el difunto) y con otra visión de la muerte, se están desarrollando las “funeratas” en los cementerios.

Durante el siglo XII aparecen personas contando poesías en las cortes de Francia. Se les llamó trovadores, lo hacían cantando o recitando. Después aparecieron unos artistas “pasajeros” en las ciudades, eran los juglares quiénes, entre sus temas favoritos, cantaban en velorios o funerales. Estamos en plena Edad Media. Los funerales son el traslado de un lugar habitación a la “morada santa”, al dormitorio final (cementerio) acompañado por sus parientes, amigos y vecinos. Fui invitado a una “Funerata”. La primera reacción: ¿de qué se tratará esto en un cementerio? La segunda reacción: llegaré al lugar, observaré y luego preguntaré. Por supuesto que la primera imagen fue de congoja, de tristeza. Pero después me sorprendí cuando llegaron unos charros a cantar al lado del difunto (Francisco Javier). El diácono que estaba allí, terminó la oración y dieron paso para que “Mariachi América” entonara un saludo “Las Mañanitas”. Después “Canta canta”, “La mano de Dios” hasta “El Rey”. Terminada aquella especial despedida, me acerqué a los charros y su director René Bravo, accedió a responder algunas preguntas:
¿Qué es una funerata? Es la unión de dos palabras: Funeral que es traslado de un muerto a un cementerio y Serenata porque en vida se le hace a las personas como homenaje, como saludo. Esa palabra fue creada por mí, precisamente para usarla en este tipo de actos. ¿Desde cuándo la gente le pide este tipo de manifestación artística en el último adiós a una persona? Hacen 20 años, pero a nosotros desde el 2004. ¿Le han ocurrido anécdotas? "¡Por supuesto! Una vez nos invitaron como mariachi a una funerata, en una población por decir algo conflictiva. Como teníamos muy poco tiempo para saludarles con nuestra música, les propusimos hacerlo en frente del hogar del difunto, en la calle. Los vecinos cerraron la calle por ambos costados, pusieron el féretro en un mueble y nos pusimos a cantar y con balas de salva. Luego de dos canciones, les propuse que esta despedida debía ser alegre porque al difunto le gustaba mucho bailarla. Entonces les dije: “Señoras y señores, esto debe ser una despedida donde estemos contentos; tomen a las chulas y bailen”. Estuvimos tocando como seis canciones más y la gente alegre por supuesto y nos pedían más". Se está observando últimamente en los cementerios, algo bien organizado y ordenado al momento de la despedida de un ser querido. Las familias están mejorando su visión de la muerte como algo más natural y , a veces, dando en el gusto a su ser querido. Esta vez fue que le cantaran algunas canciones de origen mexicano.
Este es uno de los servicios que a veces se necesitan.

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